sábado, 3 de octubre de 2015

"Soy Cuba" continúa su ascenso desde el olvido. Se presenta hasta el 9 de octubre en O Cinema en Miami Beach.

El Nuevo Herald - CINE- OCTUBRE 1, 2015
Censurado y polémico, el filme cubanosoviético se ha establecido como un clásico.
La fotografía de Sergei Urusevsky ofrece un extraordinario testimonio gráfico de La Habana de los 1960.
Enrique Pineda Barnet, coautor del guion, la califica como ‘una oda a Cuba, vuelta elegía, con toda la poesía de las imágenes de Sergei Urusevsky y la música de Carlos Fariñas’.

Con un espíritu burlón en el cuerpo, Soy Cuba (1964) cumplió mucho más que su objetivo propagandístico inicial. La coproducción cubanosoviética, hoy considerada un clásico que cuenta con el apoyo de grandes nombres del cine como Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, se filmó en la isla con una meta: la URSS quería continuar con su carrera de exportación del socialismo en el mundo y el gobierno cubano afianzar la imagen de su revolución.

Pero el director Mijail Kalatozov y el director de fotografía Sergei Urusevsky se enamoraron de Cuba y consiguieron una especie de Dolce Vita tropical. Los cubanos consideraron que una vez más los estereotipaban: baile, música, cabaret, pobreza y glamour mezclados con tercermundismo. A los rusos no se les escapó que las imágenes maestras en blanco y negro no hacían mucho por condenar el “decadente” capitalismo. La Habana lucía aún en pleno esplendor y ese mundo barroco de mujeres con grandes sombreros que tomaban el sol en piscinas en lo alto de los edificios del moderno Vedado, con el malecón y el mar de fondo, no se parecía mucho a la idea que se tenía de las abnegadas koljosianas del paraíso soviético.
Al final el filme cayó en desgracia; lo enlataron como suelen hacer los censores, y hubo que esperar la adoración de Scorsese y Coppola para que I Am Cuba, lanzado por Milestone Films en 1995, comenzara su proceso de redención.
A más de 50 años de filmado, el clásico se puede ver a partir de este viernes 2 en pantalla grande, en 35 mm, en Miami Beach, en el O Cinema, que dirigen Kareem Tabsch y Vivian Martell, fundadores de estos cines de arte que ya tienen tres sucursales en el condado.
Soy Cuba es una de esas piezas raras de cine que en su totalidad merece todo el alarde, admiración y misterio que lo rodea”, dice Tabsch, quien concuerda con que la película escapó a su propósito inicial. “En su intento por pintar los excesos de la burguesía de La Habana como un hedonismo decadente influenciado por Estados Unidos, la película logra no solo capturar el glamour de la Cuba de 1950, sino que lo engrandece y lo hace irresistiblemente atractivo”.
Tabsch señala que, si como película de propaganda hecha para promover el socialismo es un fracaso, como “obra de etnografía cinematográfica es incomparable”.
El director de cine cubano Enrique Pineda Barnet, coguionista del filme con el poeta ruso Yevgeny Yevtushenko, opina que es “una oda a Cuba, vuelta elegía, con toda la poesía de las imágenes de Sergei Urusevsky y la música de Carlos Fariñas”.
Fariñas, uno de los compositores de vanguardia más importantesde la isla, musicalizó los textos de Pineda Barnet. Estos enriquecen sin duda la expresividad de los rostros de los actores cubanos Luz María Collazo, Sergio Corrieri, Salvador Wood, José Gallardo, Raquel Revuelta (voz en off que representa a Cuba) y el francés Jean Bouise. El pintor René Portocarrero diseñó el vestuario y el afiche de la película, y la escenografía estuvo a cargo de Roberto García York, quien se exilió en París el mismo año del estreno del filme.
Enrique P. Barnet en Moscú, 1963
Pineda Barnet, director de otros filmes importantes de la cinematografía cubana como La bella del Alhambra, considera que Soy Cuba está signado por la política. “Me parece que la valoración es coyuntural, política”, escribió en escueta respuesta por email a un cuestionario enviado por el Nuevo Herald, refiriéndose a la percepción actual del filme. En su opinión, fue la política o –las diferencias políticas– de entonces, la de soviéticos y cubanos, la que determinó la corta vida del filme en las salas de cine. También esta ha propiciado que sea considerada una obra polémica.
Sin duda, la película no escapa al tono panfletario, pero una vez que se pasa por alto, predominan los méritos. “Como era una producción comunista nunca se estrenó en los países occidentales y permaneció en el olvido hasta que el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante comisarió una retrospectiva de Kalatozov e incluyó Soy Cuba entre las películas proyectadas”, recuerda Martell sobre la presencia del filme en el Telluride Film Festival, en Colorado, en 1992, que abrió el camino a la justa recuperación de la película.
La versión que presenta O Cinema está hablada en español con subtítulos en inglés.


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