CINE
Por Michel Suárez | Madrid | 04-11-2011
Héctor Noas, protagonista de 'Los dioses rotos', habla sobre el cine nacional, las peripecias de los actores cubanos por el mundo y del acento, ese gran problema.
Héctor Noas (o Héctor Eduardo Suárez, El Polaco) es un rostro familiar del cine, el teatro y la televisión. Vive en España desde hace 13 años y comparte escenarios entre La Habana y Madrid. Licenciado en Artes Escénicas, con especialización en Actuación, comprueba en las calles, de cualquiera de sus dos patrias, la trascendencia de su paso por La bella del Alhambra y Los dioses rotos, o su participación en series españolas de éxito.
Muchos actores cubanos han emigrado a Estados Unidos, España o América Latina, pero se han encontrado con el problema del acento, en el caso español, o con el de un mercado que no puede asimilarlos a todos, como el de Miami. ¿Cuál es tu caso?
En el caso de España, el problema del acento abarca no solo a los latinoamericanos, sino incluso a los nacionales. En un país donde se habla y se insiste constantemente en la diversidad cultural, y a pesar de que en la calle y en la vida cotidiana, este sea un país enriquecido por las diferentes culturas, todas ellas con sus características y variedad de acentos, en los medios se ven obligados a hablar como si fuesen de Salamanca o Valladolid, si quieren tener una carrera estable.
Es el llamado "acento neutro", aunque sabemos que es realmente acento castellano. Por lo tanto, los actores canarios, andaluces, gallegos o catalanes tienen que "esforzarse" para variar su forma de hablar, aunque ello implique renunciar a parte de su esencia cultural incluso en su propio país. O tendrán que esperar por determinado personaje para el cual se requiera ese acento determinado.
A mi modo de ver, este es un esquema arcaico más propio de una España franquista que de una nación que quiere sentir integrados a todos sus miembros. Si en la calle, en los hospitales e incluso en el Parlamento hay tanta variedad de acentos, ¿por qué en las series de televisión, en el teatro convencional e incluso en el cine, se evade esa realidad?
El caso de Miami no lo conozco tanto, pero deduzco que pase algo parecido con lo del acento, solo que allí el llamado "acento neutro" nos suene a mexicano al resto de los mortales. Es cierto que se asocia el "acento cubano" con el acento habanero, que es mucho más marcado que el de otras regiones de la Isla, y esto puede ser una limitante.
En la televisión, el producto casi siempre se hace pensado en los consumidores y ya sabemos que el mayor por ciento de televidentes latinos en EE UU son los mexicanos. Hay excelentes actores cubanos en Miami y es una pena que no todos logren establecerse en los medios, a pesar de su calidad. Un actor cubano o una actriz por muy buenos que sean, no están respaldados por una potente industria televisiva. Los cubanos jugamos con bastante desventaja en ese sentido.
En mi caso, en España, y quizás porque he trabajado mi dicción como actor desde mis inicios, he podido hacer teatro, televisión y hasta cine. También es cierto que he perdido buenas oportunidades por negarme a variar completamente mi esencia. No es lo mismo trabajar un acento para determinado personaje que sentirte obligado a hacer constantemente algo en lo que tú no crees. Desgraciadamente, las reglas del juego no las ponemos los actores; por lo tanto las asumes o te retiras del mismo.
¿Qué opinas de la calidad de la actuación en la Isla? ¿A qué se deben ciertos tonos histéricos y la debilidad general de los actores más jóvenes, pese a que existe el ISA, por ejemplo?
Cuba siempre fue un ejemplo en cuanto a actores. Fuimos pioneros en Latinoamérica en la televisión e incluso conocimos del método de Stanislavsky antes que otros. El movimiento teatral cubano ha sido una cantera de talento aun en las peores condiciones. Tuve como maestros en el Instituto Superior de Arte a grandes profesionales. Ellos aportaron sus conocimientos para mi formación, pero lo cierto es que solo la autoexigencia puede hacer que un actor crezca.
No comparto la idea de que haya una debilidad general en los actores más jóvenes. Siempre ha habido actores más eficaces que otros. Lo que pasa es que cuando se empieza joven en la profesión hay algunas inseguridades y limitaciones que poco a poco se van superando. El ejemplo más notable de esas limitaciones es la mala dicción. No se debe confundir el realismo con ese naturalismo extremo, donde no se entiende lo que se dice. La cotidianidad puede ser un elemento válido en una serie sobre la actualidad, pero cuando tocamos un clásico o una época determinada hay que ser más exigentes con la forma de hablar.
No se puede culpar a un actor o a una actriz si hay "cierto tono histérico" en su actuación. Para eso están los directores. Los actores a veces no tenemos referencia de lo que estamos haciendo y podemos confundir sentimiento interno con expresividad física. Creo que el éxito de algunas telenovelas han condicionado ese tipo de actuación como patrón a seguir. Excluyo a los brasileños, quienes para mí son los grandes maestros del género.
Que Cuba no sea capaz de exportar una telenovela (por aburrimiento y mala calidad), ¿es síntoma de que a veces los primeros serán los últimos?
Cuba no es capaz de exportar ninguna telenovela porque en Cuba la televisión no es una industria. Salvo Brasil, México, Colombia y Venezuela, al resto de los países latinoamericanos, aunque hagan un producto válido, les cuesta mucho colocarse en el mercado. No se puede negar que las telenovelas cubanas son muy deficientes en cuanto producción, no hay recursos para hacerlas. Los artistas y técnicos se enfrentan día a día a una serie de limitaciones materiales enormes; por lo tanto, aunque se toquen temáticas interesantes, el producto final desde el punto de vista de imagen es muy débil, no puede competir con las superproducciones de otros países.
No soy lo que se dice un fan de las telenovelas, pero me aburren mucho más esas donde ya se repite el mismo esquema manido de la pobre que se enamora del rico y la mala malísima que se le enfrenta, por muy buena calidad de imagen y producción que tengan.
Me llama la atención cómo desde Miami los cubanos siguen y están al tanto de lo que se hace en la televisión en Cuba en cuanto a series, teleplays y cine se refiere. El cubano quiere lo suyo esté donde esté y es fiel a su esencia, aunque sus realidades sean ya muy diferentes.
Recientemente se exhibió 'Habanastation' con un éxito apabullante de público. ¿Este tipo de estrenos cubanos suelen ser multitudinarios por el producto en sí mismo o por las condiciones del país, donde no existe un circuito comercial y los estrenos son cosa de la televisión?
Por suerte, los cubanos quieren a sus artistas, a su música, a su ballet, a su cine, y siempre ha sido un pueblo con mucha inquietud cultural. Un ejemplo ha sido año tras año el Festival de Cine de La Habana. He viajado bastante gracias a mi profesión y te aseguro que pocas veces he visto tantas colas en los cines como en Cuba. Es cierto que el cubano siempre está ávido de saber qué pasa más allá del horizonte, pero también quiere verse reflejado en su cine o su televisión. La gente acude en masa a ver lo nuevo que se hace, aunque luego sea crítico con eso que ha visto.
Habanastation toca un tema que puede pasar ahora mismo en cualquier sitio del mundo, pero que pase en Cuba, donde siempre se ha hablado de la igualdad, despierta la curiosidad. Es una realidad que existe y que puede ir a más. Negarlo sería absurdo.
¿Significa 'Habanastation' un avance en el tratamiento de los problemas sociales?
Los temas sociales, de alguna forma, están siempre que se toque la realidad, aunque no profundicen en las causas. Ha habido en ese sentido obras más críticas con la realidad y desde hace muchos años. Recuerdo que cuando vi Madagascar, de Fernando Pérez, salí del cine con un estado de ánimo que me costó superar. Con Suite Habana, también de Fernando Pérez, me pasó otro tanto.
Hay realizadores que han hecho sus obras basándose en la crítica social, sobre todo últimamente en la Muestra de Cine Joven. Me devuelve la esperanza. Es un cine crítico que yo apoyo, sobre todo si está bien hecho. El cine panfletario, ya sea a favor o en contra de determinada política, para mi no tiene validez. El arte debe ser crítico con la realidad, aunque sea molesto. Solo así conseguirá mejorarla.
Protagonizaste 'Los dioses rotos', de Ernesto Daranas. ¿Cuáles fueron los problemas del que, en mi opinión, pudo haber sido el mejor filme cubano de la última década?
Quien vea Los dioses rotos no tendrá una idea de todos los obstáculos, sobre todo materiales, que tuvo que enfrentar el equipo de realización encabezado por Daranas, su director. A pesar de tener el total apoyo del Ministerio de Cultura, hacer esa película con un presupuesto risible solo fue posible porque había un talento y un deseo de hacerla que rayaba en la terquedad. Yo mismo aporté absolutamente todo el vestuario de mi personaje, y así cada quien puso su granito de arena porque confiamos en el proyecto.
El hecho de que no se hubiese grabado en el soporte idóneo complicó el proceso de postproducción para que la imagen alcanzara el nivel que logró. Ya en el proceso de montaje hubo un material que no se pudo usar por razones técnicas, y Daranas tuvo que hacer filigranas con la dramaturgia para que la historia cobrara sentido. Hubo que sacrificar algunas historias argumentales que complicaban pero a la vez enriquecían el núcleo central.
Lo más triste es que la película, que obtuvo el Premio de la Prensa, el del Círculo de Periodistas y el Premio del Público en el Festival de Cine del 2008 y que ha despertado el interés y la admiración de tantas personas, haya visto limitada su distribución internacional por razones burocráticas. Nunca antes he recibido tantos elogios por mi trabajo y la película ha tenido récords de descargas en internet. Estoy muy orgulloso de haber sido parte de esa historia.
Acabas de rodar 'Verde, verde', en La Habana y bajo la dirección de Pineda Barnet. ¿De qué trata esta nueva película?
Trabajar con Enrique Pineda Barnet para mi es siempre un regalo y esta película ha sido un privilegio. Es quizás su película más dura, potente y personal de todas. Es una historia que va contra la homofobia, pero yo diría que más que eso, apela al ser humano y sus valores más esenciales como son la honestidad y el respeto a lo diferente.
Creo que va a ser muy polémica, que va a despertar sensaciones encontradas; pero en cualquier caso, una película necesaria. Fue un trabajo que requirió un máximo de concentración y de atmósfera inusual. El rodaje fue intenso. Los actores terminamos agotados en todos los sentidos. Ahora solo espero verla terminada y que el público opine.
¿Qué ideas tienes en mente para terminar este año, tanto en Madrid como en La Habana?
No soy muy supersticioso, pero no debo hablar de lo que no está realizándose aún, sobre todo para no crear expectativas. No son buenos tiempos, pero proyectos hay. Se supone que este año estrene en Madrid en teatro Las confesiones del pene. Una obra divertida, sin apenas escenografía, y donde los tres actores tendremos la oportunidad de hacer varios personajes, y el público a pasárselo bien. Se supone que luego haga una película que estoy esperando con un ansia tremenda, pues el guión es una delicia. Se supone que hay otra película en camino... En fin, como todo queda en el campo de lo que "se supone", cruzo los dedos para que al menos alguno de los proyectos salga adelante. Si salen todos, podré considerarme inevitablemente un hombre afortunado.
Un abrazo a todos los cubanos, estén donde estén.
Fuente Diario de Cuba
sábado, 5 de noviembre de 2011
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