Abril de 2011.-Panel teórico Miel… de la Mitchell al digital, 10 años después
Por Rafael Grillo /crítico de cine
Habrán pasado veinte años desde que filmara La bella del Alhambra, pero Enrique Pineda Barnet sigue hablando como un vanguardista eterno. Reverdeciendo laureles, luego que en muy poco tiempo ha podido estrenar La anunciación y está dando los toques finales a Verde verde, describe la tecnología digital como “una ganancia para la humanidad”, que “permite a cada ser humano poder vivir la experiencia de la creación cinematográfica”.
Su intervención al cierre del panel teórico Miel… de la Mitchell al digital, 10 años después, dejó la ventana abierta hacia el camino del optimismo, después de que se sopesaran pros y contras de este momento-bisagra entre dos épocas en el que hoy vivimos, cuando las nuevas tecnologías ofrecen grandes oportunidades pero también nuevos retos.
El realizador Kike Álvarez apuntó certeramente que “la tecnología avanza más rápido que nuestras propias cabezas, las posibilidades son más amplias de lo que muchos de nosotros somos capaces de aprovechar. Todavía hay quien piensa a la vieja manera, la de las grandes producciones y el gasto excesivo de recursos y personal. También nos faltan productores creativos y gente que sepa sacarle beneficio comercial al cine cubano”.
Todavía marcado por la experiencia negativa de haber presentado Marina, su última película, en una sala sin las condiciones técnicas adecuadas, alertó sobre la necesidad de garantizar que las exhibiciones se produzcan en circunstancias de adecuado confort y calidad si se quiere que el público siga asistiendo a los cines.
En este sentido, el director del madrileño Festival de Cortometrajes La Boca del Lobo, Javier Muñiz, señaló: “Los directores de festivales tenemos una gran responsabilidad, porque no solo es importante garantizar la presencia de actores y realizadores, o la cantidad de películas que exhibimos, sino también la calidad de las proyecciones”. Aunque, por otra parte, expuso su experiencia en lugares intrincados, como “un pueblito perdido de Honduras”, a donde llegó con un disco duro y un datashow, y bastó una pared blanca para revelar a los habitantes del lugar ese arte maravilloso que es el cine.
“Es una cuestión estratégica”, explicó Sergio Benvenuto, director del Festival del Cine Pobre, amparado en su vivencias de Gibara. “Siempre intentamos hacer llegar lo mejor, pero no deja de ser válido que a veces se ponga por delante el interés de que al menos las películas puedan llegar a las comunidades”.
Una explicación significativa brindó Luis A. González Nieto, vicepresidente del ICAIC, cuando comentó que la institución tiene conciencia de la dificultad existente con las salas de cine del país y expuso la intención de extender la experiencia del Proyecto 23 y dotar de óptimas condiciones a alrededor de 50 salas de todo el país.
La jornada del miércoles en la mañana, desarrollada en la terraza del edificio que alberga el Museo de Historia Natural, tuvo su instante especial con la entrega —¡al fin!— del premio obtenido al Mejor Largometraje durante la primera edición del Cine Pobre a Peter Gallagher, llegado desde Estados Unidos.
Gallagher, quien presentará en el marco del 9no. Festival su más reciente película, titulada Contra la corriente, ofreció también sus opiniones sobre el tema del panel: “Las nuevas tecnologías no solo facilitan más producción, también amplían las vías para que el cine independiente y de pocos recursos consiga tener espectadores, gracias a soportes como Internet, los celulares, las computadoras… Pero la existencia de festivales como este es muy importante, porque garantiza que las películas independientes se exhiban en grandes teatros y ante mayores concurrencias de público”.
“La tecnología ya está ahí… nada podemos contra ella. Incluso, está haciendo revoluciones, y no se puede cerrar los ojos ante esta historia”, expresó Javier Muñiz, en un llamado a enfocarse sobre el lado positivo y propiciar que de estas nuevas tecnologías se haga el mejor uso. El mensaje de Barnet volvió a sonar como la postura más lúcida: “La felicidad compartida de ver la película en la sala de cine no debe desaparecer. Pero tampoco podemos estigmatizar las nuevas posibilidades de disfrutar el arte cinematográfico que ofrecen las tecnologías actuales”.
Tomado de Cubacine
sábado, 23 de julio de 2011
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