martes, 23 de diciembre de 2014

DECLARACIÓN DE LOS CINEASTAS CUBANOS SOBRE LA CENSURA DE “REGRESO A ÍTACA”, de Laurent Cantet

QUERIDOS COMPAÑEROS:
AUNQUE MI SALUD ACTUAL NO ME HA PERMITIDO ASISTIR FISICAMENTE A TODOS LOS EVENTOS, HE ESTADO RESPONSABLEMENTE AL TANTO DE CUANTO SE HA DEBATIDO.
PARA AHORRAR PALABRAS INNECESARIAS Y HACER MÁS VIABLE ESTE MENSAJE, SINTETIZO LO ESENCIAL:
ESTOY PLENAMENTE DE ACUERDO CON VUESTRAS DECLARACIONES SOBRE LA TORPE CENSURA A "REGRESO A ITACA" Y SOLICITO QUE AÑADAN MI NOMBRE ENFÁTICAMENTE CONTRA DICHA CENSURA.
ENRIQUE PINEDA BARNET.
DECLARACION DEL G-20
“No ha de temerse la sinceridad”
“…aplazar no es resolver. Si existe un mal,
con permitir que se acumule no se remedia”.
José Martí
Un acto de censura tuvo lugar durante el 36 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano: por imposición de las máximas autoridades del Ministerio de Cultura y el ICAIC, la dirección del Festival fue obligada a retirar la película Regreso a Ítaca, del director francés Laurent Cantet, programada para exhibirse en función única, fuera de concurso, el 12 de diciembre en el cine Charles Chaplin.
Los cineastas que abajo firmamos, pertenecientes al g-20 –comité que representa a los cineastas, elegido por estos en asamblea pública y abierta–, rechazamos ese acto de censura, ajeno por completo al espíritu cultural de la nación cubana. Decidimos no realizar acción pública alguna al respecto durante los días del Festival para no interferir con su exitoso desarrollo. Luego, acontecimientos que han conmocionado al país –el regreso de los tres héroes injustamente encarcelados que faltaban por recuperar su libertad, y cuyo arribo a la patria nos ha llenado de felicidad a todos, y la noticia del restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, hecho que abre una etapa en el país particularmente compleja en el campo del arte y las ideas–, nos hicieron postergar esta Declaración que redactamos el pasado 17 de diciembre y que ahora hacemos pública sin más demora.
Desde que a principios de noviembre se decidió cancelar la exhibición de Regreso a Ítaca, ya anunciada en el catálogo del evento, hicimos lo que estuvo en nuestras manos para evitar lo que consideramos un disparate cultural y político. Consideramos que semejante decisión pone en evidencia las debilidades de métodos del sistema de la cultura para actuar desde el diálogo tanto con los cineastas como con la dirección del país. Regreso a Ítaca se rodó en Cuba como un servicio del ICAIC, lo que hace aún más grave la censura ejercida en su contra y pone en tela de juicio la responsabilidad y profesionalidad de los dirigentes del Instituto y del Ministerio de Cultura. El ejercicio de la censura dentro de la Revolución jamás ha dejado saldos positivos. En este como en todos los casos del pasado, los responsables de las consecuencias que se deriven de este hecho son los censores y los funcionarios que ejecutan las órdenes sin atreverse a dar alertas ni a argumentar en contra de acciones probadamente erróneas. 
Apoyamos a la dirección del Festival por su acertada, inteligente y revolucionaria política de programación, inspirada en las enseñanzas de un hombre como Alfredo Guevara, quien aprendió y se enriqueció de las experiencias, aciertos y errores de su larga y ejemplar trayectoria. Esa política respeta el derecho del público a ver cualquier obra y a juzgar por sí mismo, sin filtros paternalistas que interpreten y decidan en su lugar, y más en el caso de una obra como las que nos ocupa, que nos atañe a los cubanos por su temática y que está realizada con respeto y sinceridad, y porque en ella participan importantes y queridos artistas cubanos. Nuestro público tiene derecho a ver esa película y a decidir por sí mismo su opinión respecto a ella.
La UNEAC, organización que agrupa a la mayoría de los escritores y artistas cubanos, ha debido jugar un papel diferente y activo. Los cineastas lamentamos que su dirección no haya intervenido ni aportado criterio alguno en este grave, innecesario y extemporáneo acto de censura, del que fue informada por nosotros y por los artistas cubanos que participaron en la película. Falta, en la UNEAC y en otras instancias, compromiso ante los problemas reales de la cultura, las preocupaciones que angustian a los creadores como parte del pueblo al que se deben, e implicación en zonas de conflictos que están afectando, mediante equívocos y la ausencia de diálogo verdadero, las relaciones entre los artistas y la dirección del país.
Desde su constitución, las Asambleas de Cineastas y el g-20 hemos actuado con total transparencia y hemos manifestado nuestra voluntad de dialogar con todas las autoridades del ICAIC, del Ministerio de Cultura y del Gobierno y el Estado cubanos. En muy contadas ocasiones hemos encontrado interlocutores desprejuiciados que, en vez de responder de modo mecánico a directivas, asuman responsablemente sus decisiones sobre la base de juicios culturales y realmente políticos.
Los cineastas nos reafirmamos en nuestro derecho a pronunciarnos sobre cualquier problema y en específico a intervenir en aquellos que se relacionan con nuestro trabajo y nuestra vida como creadores. No tenemos duda de que se trata de un derecho y un deber elemental y revolucionario.
Rechazamos las formas sutiles de censura sobre aquellos que expresan sus opiniones abiertamente, la satanización de las expresiones “Ley de cine” y “realizadores independientes”, y la construcción de una imagen negativa sobre un grupo al que se intenta ubicar en terrenos de oposición y confrontación porque hace propuestas necesarias y útiles que aún no están en las agendas oficiales.
Aspiramos a recobrar cuanto antes los tiempos en los que podíamos dialogar con las autoridades culturales, las del Gobierno y el Partido, sobre cualquier tema, proyecciones futuras o diferencias. Recordamos como ejemplar el caso de la película Guantanamera, cuando Fidel se confrontó directamente con los artistas, cara a cara, escuchando nuestros pareceres y expresando los suyos, mirándonos a los ojos.
Se avecinan tiempos complejos, en los que viviremos experiencias y contradicciones que serán tratados inevitablemente por el arte y la literatura cubanos. La inédita situación que se abre para el país a partir de hoy, 17 de diciembre, hace todavía más insostenible la censura ejercida contra esta obra.
Seguimos abiertos al diálogo y a la colaboración.
Volvemos a Martí: “No ha de temerse la sinceridad; solo es tremendo lo oculto”.
Arturo Arango / Enrique Álvarez / Claudia Calviño / Rebeca Chávez / Ernesto Daranas / Luis Ernesto Doñas / Lourdes de los Santos / Magda González Grau / Senel Paz / Manuel Pérez Paredes / Fernando Pérez Valdés / Pedro Luis Rodríguez
La Habana, 17 de diciembre de 2014
CARTA DE RESPUESTA DE LAURENT CANTET A LOS CINEASTAS CUBANOS
Estimados colegas:
He estado al tanto por Leonardo Padura, los actores de Regreso a Ítaca y por Elisa y François que acaban de llegar a París, de todos los acontecimientos de estas últimas semanas y de todo lo que ustedes han hecho para que nuestra película pudiera ser reprogramada durante el Festival de La Habana.
Quisiera ante todo decirles cuanto me ha emocionado vuestro empeño y asegurarles que si por mi parte he decidido guardar silencio ha sido para no interferir en vuestra lucha. Leonardo me aconsejo que no interviniera y yo he respetado su criterio.
Quisiera que supieran cuán triste me dejó la noticia de que la película había sido retirada del programa del Festival. Esta película que hice con una ternura extrema me parece que está más cerca de un mensaje de amor para el pueblo cubano que de una tesis contrarrevolucionaria con la que la han querido empañar.
Yo sé que ustedes no la han interpretado así y eso me reconforta profundamente.
Para mí esta película no tiene verdadero sentido si el público cubano no puede compartirla con el resto de los espectadores del mundo. Me parece que hoy, más que nunca, es indispensable, para poder avanzar, poder hacer un trabajo de memoria revisitando y reflexionando sobre su propia historia. Atreverse a mirar hacia atrás para reflexionar sobre los errores pero también y sobre todo para poder preservar lo bueno que se ha logrado es algo que considero fundamental y tengo la pretensión de creer que Regreso a Ítaca puede participar de ese trabajo.
Hoy con esta carta quisiera romper ese silencio que lejos de ser una muestra de indiferencia ha tenido como único objetivo no interferir y ayudar.
Quiero agradecerles y asegurarles mi absoluta adhesión a lo que están haciendo. Yo comprendo que además de la película ustedes están defendiendo la libertad de creación y de expresión y soy absolutamente solidario con esa lucha.
No dejen de hacerme saber cualquier gestión que ustedes consideren que pueda hacer yo de mi lado en esa defensa. Yo estaré siempre a vuestro lado como ustedes lo han hecho por la película.
Con todo mi agradecimiento y amistad,
Laurent

1 comentario:

Antonio Gómez Sotolongo dijo...

Lamentable ingenuidad o culipandeo. No es posible ser "revolucionario" en Cuba y no aceptar la censura, cualquiera que esta sea, porque ser "revolucionario", en Cuba, significa justamente eso, aceptar todo lo que dicten los que dictan. Ser "revolucionario", en Cuba, significa decir “sí” ante todas las “tareas que emanen del seno del Partido".

Deben recordar los firmantes de esta carta, que todos, en algún momento de nuestras vidas, dimos vida a varias consignas que apuntalan la necesidad de asentir y jamás disentir; entre ellas: "Con la revolución todo, contra la revolución ningún derecho".

Aquellos polvos fanatizadores y doctrinales pusieron en acción la neo lengua, aquella, la misma que tanto pavor provocaba en Orwell. Una neo lengua que vació de su verdadero sentido la palabra "revolución" y la rellenó con el concepto directo y/o subliminal de una imagen, con el rostro aureolado de un hombre, un hombre que se nos presentó durante más de medio siglo como la esencia de todo lo que somos los cubanos y de todo lo que queremos ser, un hombre que resume la esencia de todos nuestros símbolos, un hombre que es la patria, la bandera y el himno, un hombre que encarna a todos los héroes y mártires y de quien emanan las ideas “revolucionarias” que debemos hacer nuestras.

Declararse "revolucionario" ha significado, significa y significará en Cuba seguir al pie de la letra las ideas “revolucionarias” que emanan de “las instancias superiores”, porque, en contraposición a esto, quienes no se unen, quienes no asienten y quienes se separan del “Partido” son "contrarrevolucionarios".

Lo primero que deben resolver los firmantes de esta carta es precisamente eso, saber quiénes son ellos mismos y de qué principios políticos son partidarios. Si son "revolucionarios" no tienen nada que decir, porque es la "revolución" la que censura, porque hay que censurar para defender la "revolución".

Los firmantes de la carta deben preguntarse si son cómplices de un sistema en el que la palabra “revolución” se convirtió en el eufemismo de dictadura. Los firmantes de esta carta deben preguntarse si son cómplices de esa dictadura o si se oponen a ella.

Y esto deberían hacerlo lo más rápido posible, porque no tendrán otros 55 años para darse cuenta.