domingo, 22 de abril de 2012

Verde verde da dinosaurio

Por Ena Columbié

 Lo que más aprecia un creador es que su obra sea bien recibida; los más inteligentes reconocen el derecho a que también sea mal recibida. El arte es provocación y lo único inaceptable, lo que no puede ser admitido por un intelectual y/o artista que se respete, es que su producto quede agazapado entre las sombras de la indiferencia. Enrique Pineda Barnet, quien tiene cerca de ochenta años y una larga carrera, puede darse golpes de pecho por las reacciones sobre su última realización cinematográfica “Verde Verde". El filme puede haber sido considerado tardío, pastiche, hecho con recorterías, recapitulación de interpretaciones; también que se parece al tono de Buñuel, que al de Titón un poco, y mucho más al de Ang Lee. La realidad es que la película ha levantado buenos y malos comentarios, acertados y desacertados, indulgentes y destructores, pero nadie ha quedado indiferente. Es una cinta transgresora en todo momento, que impide que el espectador tenga la posibilidad de un tiempo limpio, que lo saque de concentración. Provoca (y ese es su fin) que el público, sobre todo el cubano que sabe de la censura a que son sometidos los cineastas, se bombardee de preguntas como: ¿qué pasará?, ¿hasta donde va a llegar?, ¿se atreverá a ir más lejos. Sí, Pineda Barnet va mucho más allá, muestra las formas del amor y los lastres que le persiguen, enseña que el hombre que más mundo conoce es el más dispuesto a abrir su mente a todos los colores de la vida; también enseña la ruindad del miedo y del rencor. Es una película fuerte y violenta. Que estremece, pero también tierna y muy sincera. Definitivamente lo mejor es la actuación, y cuando hablo de ello me refiero a la de los dos protagonistas, Héctor Noas y Carlos Caballero, que imponen magisterio en la actuación; el resto del elenco incluyendo al mulatón sicodélico, la pintora trasnochada que repite como eco lo que sucede y la Farah María, remedo de ánima sola, es irrelevante y prescindible. La película comienza en el momento en que ambos hombres se enfrentan en la soledad, y transcurre el tiempo sin que descienda la atención. Me pareció bien el duelo de palabras, lo encontré justificado y funcional, les asombraría la cantidad de coincidencias que existen con la realidad; pero podrían prescindir también de las palabras si fuera necesario, porque el grado de expresión en los movimientos, los gestos y los desdoblamientos son totalmente convincentes en ambos actores. Repito, es una película muy sincera. Por eso, por su despliegue de sinceridad, es que me resulta chocante que nadie haya hablado del título del filme: “Verde verde”. En cuanto lo escuché se disparó en mi memoria la figura de un dinosaurio que se convirtió en bandera y mito de la comunidad gay de los años 90 en Cuba. — ¿Verde Verde? —Preguntaban con asombro aquellas criaturas —. ¿Qué eres tú: dinosaurio o dinosauria? Tienes un nombre tan indefinido. A lo cual, Verde Verde contestaba: —No sé. Nunca necesité definirme. ¿Para qué sirve eso?... Pero ya que quieren saber de mí, les diré que me gustan las flores y que soy ágil cuando pesco. A veces levanto pesas y mi joya predilecta es este collar Alguien más que yo debe recordar eso. ¡Claro! fue el primer personaje literario gay que se presentó sin miedos ni tabúes, todo lo contrario, con ternura y alegría. Su creadora, la escritora Daína Chaviano, logró con su mítico libro “El abrevadero de los dinosaurios” lo que ningún escritor antes; hacer de un personaje literario un emblema para todos los públicos y un símbolo dentro del universo gay cubano de los férreos y homofóbicos años de despliegue militar dentro de las filas intelectuales. Tenía un amigo que se firmaba Verde Verde, y los remito a la prueba visual. Entonces es asombroso que Pineda Barnet, que ha demostrado no temer a la censura y sus consecuencias, se de el lujo de tomar el nombre emblemático de un famoso y querido dinosaurio gay, sin ni siquiera incluir una coma que lo diferencie del original, y crear un personaje homónimo sin dar referencia de la fuente. Alfredo es igual que el Verde Verde de Daína, fuerte, dual, enérgico, bien equipado como macho y no tiene problemas en lo que piensen los demás de él. Repite varias veces durante el filme, Verve verde da maduro, como queriendo distanciar el título de su referente original; pero déjese de cuentos, hay un resbalón en el minuto 40 (durante el baile) en que el Verde verde no es maduro, sino una alusión directa al dinosaurio de la Chaviano. Como te traes toda esa historia del hombre a todas, y a lo mejor te crees un machazo Verde Verde. ¿Cómo pudieron los críticos haber olvidado ese detalle?, estoy segura que la mayoría, como yo, leyeron con satisfacción a la Daína de los 80 y 90 en Cuba. Miren también lo que dice Alfredo y compárenlo con el parlamento del cuento “Romanza ambigua” que es como se titula del que hablamos: A mi camarote vienen marineros, oficiales, todo tipo de gente. Lo mismo doy aspirina que un condón, que un consejo. Trato una diarrea y una gonorrea, les canto boleros, oigo sus problemas, y hasta les escribo sus cartas de amor. Soy el más popular y el más libre del barco. Mi lema es Soy popular.
“Verde verde” no da maduro y eso lo sabemos todos, “Verde verde” da tostones o patacones, como se le quiera decir, da fufú, chicharritas o mariquitas (grandes y chiquitas), “Verde verde” da dinosaurio, y el crédito se impone, no lo traten de escamotear.
 "Un día Verde Verde se hartó de tanta estupidez. Se colgó un cartelito bien visible que decía: Soy un dinosaurio MACHO. Luego se pintó una flor en la mejilla y salió a caminar por las calles, aplastando a los transeúntes con su varonil paso de dinosaurio, mientras hacía tintinear sus pulseras de cristal para gran escándalo de la respetable ciudadanía." (Del Abrevadero de los dinosaurios, de Daína Chaviano)

Nota: Para ver las fotografías y el texto en su fuente original, visite: El exégeta

MI ESTIMADA ENA Y MI MUY ADMIRADA DAINA CHAVIANO: 


¿CÓMO SERÍA POSIBLE NEGAR A UNA ESCRITORA DE LA PERSONALIDAD DE DAINA CHAVIANO, A QUIEN POR DEMÁS ADMIRO Y RESPETO?. 


LES JURO, A AMBAS QUE NUNCA TUVE LA SUERTE DE ENCONTRAR EL CITADO LIBRO, QUE ACABO DE BUSCAR EN INTERNET, NI ESCUCHÉ ANTES SOBRE SU EXISTENCIA. CONOCEMOS LOS BACHES QUE SE PRESENTAN EN NUESTRA CULTURA HERIDA DE DOS ORILLAS. LA CALIFICACIÓN “VERDE VERDE DA MADURO” LA EXPRESÓ COMO IMPROVISADA UN ALUMNO MIO EN LOS 95-97 Y LA RETUVIMOS PARA USARLA COMO BROMA PERMANENTE CONTRA LOS MACHOTES ASI COMO CON LOS EXTREMISTAS ROJOTES CON AQUELLA CITA DE “BAJO LA PIEL DE UN EXTREMISTA HAY UN OPORTUNISTA”. HACE UNOS DIAS, EN SANCTI SPIRITUS, UN ESPECTADOR ME RECOMENDÓ LEER EL CUENTO DEL DINOSAURIO VERDE. LO HE BUSCADO SIN FORTUNA. SI ALGUIEN ME LO CONSIGUIERA, COMO EL UNICORNIO AZUL, GRACIAS, LO PAGARÉ. 


CON TODO MI RESPETO Y ESTIMACIÓN PARA USTED Y PARA NUESTRA DAÍNA CHAVIANO.


 ENRIQUE PINEDA BARNET.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues te juro que yo tampoco nunca escuché hablar del dinosaurio verde ni rojo en los noventa, ¿y que fuera paradigma?, un paradigma ya sabemos lo que es, verdaderamente me parece que habrá una coincidencia. Por supuesto que Daína Chaviano es una escritora excepcional, y no sé hasta qué punto ella esté enterada de esta defensa que hacen a su personaje Verde.

Saludos

Roberto Matos. Miami

Anónimo dijo...

Me parece irrespetuoso este texto. Llena de rosas primero al filme de Pineda Barnet para luego exigir que se impone un crédito y abiertamente declarar que lo han ¿escamoteado?..¡Por favor!, es risible, con toda admiración por la Chaviano, pero cuando ella no pensaba ni escribir, ya Enrique Pineda Barnet nos había regalado una cinta que si es mítica: "Giselle". Me parece fuera de lugar todo lo que aquí se dice, y este reclamo debe venir de las manos de la autora de ese libro (que por cierto nunca leí, ni conocí de su existencia). Buen ejercicio de honestidad de Enrique Pineda en publicar su texto, gentilmente, para nada agresivo, dejando por sentado que su VERDE VERDE sí da MADURO.