marzo 3, 2012 |
Por Dariela Aquique
De la pelicula Verde Verde de Enrique Pineda Barnet.
HAVANA TIMES, 3 marzo — La cinematografía cubana se ha distinguido mayormente por su calidad, salvo algunas citas menos felices. Muchos títulos durante décadas han hecho a diversas generaciones, disfrutar de un cine inteligente, con excelente actuaciones y sugerentes dramaturgias.
Aunque con muy pocos recursos y escasos financiamientos para las producciones, se ha incursionado en casi todos los géneros con bastante dignidad. Y sin ánimo de chovinismo, creo que el cine cubano es de lo mejor de Latinoamérica.
Categórico de nuestra filmografía es justamente ese sentido de lo nacional, ese sello tan propio, esos detalles de localismo, que es lo que la ha hecho más universal.
Una nueva producción fue estrenada hace muy poco, con guión y dirección, nada menos que de Enrique Pineda Barnet, el director de cine que obtuviera la primera nominación a los Oscar de una película cubana, en la categoría de Mejor Película Extranjera en 1991; con su inolvidable Bella del Alhambra. La también ganadora del Premio Goya 1990 de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España, el Premio Mano de Bronce en Festival Latino de New York y el Premio Pitirre en Festival Cinemafest de San Juan, Puerto Rico, entre otros.
Esta vez Barnet nos propone Verde-verde, una trama atemporal y aespacial, pero con evidentes referentes en una Cuba quimérica. El argumento va de un flirteo gay entre Alfredo, un marinero (enfermero naval, como se hace llamar el propio personaje), y Carlos, un dandi buscavida, técnico en informática.
La fábula cronológica se sitúa en tres locaciones, el impúdico bar de un puerto, la habitación o cobertizo de Alfredo y pasillos laberinticos, todos ellos conectados por un viejo y mugriento ascensor, en un coquetear excedido con el simbolismo como estilo y la superposición de la pintura como disyuntivo de las unidades motivacionales o secuencias.
No creo que el entorno de la intrepidez del filme resida en la temática, aunque ella no deja de ser la coartada perfecta para exorcizar antaños demonios escondidos, los que una gran parte de lo más notable de la intelectualidad cubana, guarda como una deuda para con la sociedad, con su tiempo y sus dramas personales.
Fue Fresa y Chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabio, la primera película cubana que encarara explícitamente la homosexualidad, descansó sus partituras en una edulcorada versión del excelente cuento, El lobo, el bosque y el hombre nuevo de Senel Paz. Y fue en aquel instante el más polémico suceso, no por su contenido en sí, sino por lo recriminado de este hasta ese momento.
Hoy estamos de vuelta con Verde-verde a este tópico, esta vez con más acritud, sin críticas sociales, sino con revelaciones existenciales. Ahora que la campaña anti homofobia en Cuba está de moda, es el momento propicio para sacar a la superficie tantas ganas contenidas de mostrar esas tantas caras verdes, enmascaradas en el miedo a mostrarse cuan maduras están.
No creo sin embargo que sea una de nuestras películas más representativas, con un tempo ritmo denso y una manera un tanto exótica de abordarla, me recuerda más al cine de Almodóvar, que al nuestro.
Con actuaciones muy dignas y orgánicas de Héctor Noas (Alfredo), Carlos Miguel Caballero (Carlos) y Farah María (La dama seductora). La participación de la pintora Rocío García y la Dirección de arte de Nieves Laferté. Producida por el ICAIC, Malas Compañías, Producciones Audiovisuales Artex, Ibermedia.
Enrique Pineda Barnet ha estrenado una película que se aleja de aquellos dramas épicos o sociales realizados en los 60 y los 70,con títulos como Un pelea cubana contra los demonios, La ultima Cena, Lucía o Memorias del subdesarrollo o de la comedias de los 80 como Se permuta o Los pájaros tirándole a la escopeta.
Que se distancia más aún de las coproducciones de los 90, nada felices como Hacerse el sueco o Amor vertical. Que no tiene la impronta de Adorables mentiras, Clandestinos, La vida es silbar o más reciénteme Los Dioses rotos o Habanastation.
Verde-verde se aleja de toda la filmografía nacional, no pretendo valorarla en buena o mal, sino en ajena, de un color demasiado verde para mi gusto y según varias opiniones, el de muchos.
Fuente: Havana Times
domingo, 4 de marzo de 2012
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2 comentarios:
Pues a mi me parece un buen filme, que no se parezca al cine cubano anterior lejos de ser un defecto es un gran mérito, la pluralidad en el cine nacional es necesaria como en cualquier cine. Película diferente, corrosiva, pero vital, pone el dedo en la llaga, desde ya es un hito en el cine de la Isla. Bravo Pineda Barnet, gran artista, comprometido. Saludos, Armando Pérez
Claro que si, es una crítica sosa, no tiene el cine cubano necesariamente que tener un sello. R.P.
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