sábado, 6 de junio de 2009

Entrevista con Pineda Barnet

Por Isachi Fernández Fernández

Ni Enrique Pineda Barnet ni yo habíamos elegido sentarnos frente a aquella imagen de Antonia Eiriz, La anunciación, de donde tomó el título la más reciente entrega del cineasta. Sin embargo, allí estaba la reproducción, frente a nosotros, en la sala de su casa en El Vedado, inyectándonos con su carga de fuerza e irreverencia, y remitiéndonos a un largometraje que, al decir de su realizador, hace muchos guiños, uno de ellos a la obra de Eiriz.

También el cineasta, escritor y pedagogo por momentos aparece poco ortodoxo (se atreve a confesar en Cuba aversión por el béisbol, un ejemplo), pero afable y extrovertido siempre ofreció detalles de la obra y de su vida, ligada a la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, a Teatro Estudio, tronco del desarrollo escénico en la Isla, y, por supuesto, al cine nacional, con títulos tan traídos y llevados como La bella del Alhambra y Soy Cuba, en la que intervino en el guión.

¿Qué encantos tiene La anunciación?

No tiene violencia, ni escenas de sexo, no tiene lenguaje de adultos, no es un musical, no creo que sea una película especialmente divertida. Es una obra difícil, extraña, diferente al cine nacional anterior. Es una película muy cubana, pero no de cubaneos. Tiene el encanto de la reflexión, que para mí es muy importante. Cuando trabajo con alumnos, la primera acción es llevarlos a la esquina más cercana. Si es un lugar muy populoso, mejor. Los paro cinco minutos en esa esquina y los hago observar y reflexionar, pero sin inducirles nada. Si realmente miran y "se cargan", mejor para ellos. Me parece muy importante, darle al estudiante el derecho a elegir. Después, en el aula, les pido, por ejemplo, que escriban en 15 líneas lo que vieron, que seleccionen un personaje de los que pasaron por allá y me digan por qué se van con él. El ser humano se enriquece poderosamente desarrollando su capacidad de reflexión y de cuestionamiento.

¿Pudiera ofrecer más detalles del largometraje?

En una de esas tantas reuniones que se hacen en los organismos, un personaje de cuyo nombre no quiero acordarme dijo "el ICAIC no tiene transporte para hacer películas", salí al portal, miré para la acera de enfrente, y dije ahí voy a hacer la obra. La burocracia es el arte de encontrar un obstáculo para cada solución, por lo tanto yo sabía que inmediatamente iba a aparecer otro, pero empecé a saltar obstáculos, lo que es un ejercicio muy sano.

Elegí el edificio más viejo de El Vedado, en la misma esquina de 23 y 12, donde vivían muchas amantes de hombres de posición, después devino lugar de modistas, de peluqueras, acogió a todo tipo de personajes, fue sitio de conspiraciones, de suicidios, crímenes pasionales, consultas espirituales. En los años 50, donde hoy está la galería de arte, había una barra, una vitrola muy grande, y ahí escuché por primera vez el chachachá La engañadora. Para colmo, el inmueble está en la esquina en donde se declaró el carácter socialista de la revolución. El lugar está lleno de historia, de interés, de misterio, ha visto pasar los cortejos fúnebres que van hacia el cementerio, a los balseros que iban hacia el malecón, vio pasar carnavales, marchas de celebración y luctuosas, personajes singulares, procesiones, vendedores, marines norteamericanos, el Caballero de París tuvo a esa esquina como hogar durante muchos años, por allí pasó Cándido, el billetero de 1933, Olga, la tamalera, y hasta Bigote gato, que era de Luyanó, pasaba en su bicicleta.

¿Por qué el título de La anunciación?

Por esa obra donde Eiriz revela una mirada tan penetrante y en el cual aparece el ángel de la Anunciación, medio diabólico, y la virgen embarazada. Me gustó mucho la óptica, y los colores predominantes para diseñar el apartamento en donde íbamos a trabajar. Nieves Laferté, la directora de arte, tuvo muy en cuenta ese cuadro.

La bella del Alhambra recibió del público un aplauso contundente desde el inicio, ¿espera una reacción similar a propósito de La anunciación?

No se puede esperar similitud en las respuestas del público. Son obras diferentes en el sentido, en el espíritu, en la época. Las reacciones colectivas son mágicas, raras, impredecibles.

Ha habido en la cinematografía cubana varias obras a propósito de la separación familiar. ¿Qué aporta en esta línea su largometraje?

Agradezco al final de la película a nuestro cine, que nos ha regalado títulos como Lejanía, Cercanía, Video de familia, y tantas otras obras que tocan el tema familiar.

En La Anunciación no hay un personaje negativo. Hay personajes opuestos, contrincantes, peleadores, pero se aman por encima de las diferencias.

¿Por qué la película no se había exhibido, si lleva terminada cerca de dos años?

Encontré mucho apoyo en la dirección del ICAIC, pero hay otros resortes, otros componentes del mecanismo, la mano de la burocracia hace lo suyo.

¿De donde parte su vocación por el arte?

No podría definirlo. Mi mamá con algún que otro juguete trató de inducirme hacia las ciencias. Pero para mí, el microscopio sólo tenía el encanto que puede descubrir en él un "voyeur". Mi padre trató de apasionarme por el béisbol, deporte que detesto. No creo que sea un pecado ni aquí ni en ninguna parte detestar el béisbol. Si de patriotismo se trata, a nosotros nos llegó de Estados Unidos. Me niego a aceptar como un antecedente a tener en cuenta el juego de los aborígenes. Además, la agresividad y el espíritu competitivo no me seducen. El espíritu olímpico es otra cosa, hace crecer al hombre y se convierte en un ritual, pero de manera general, en la vida, la competencia es el principio de la guerra.

¿Qué se puede esperar de Enrique Pineda Barnet tras La anunciación?

Tengo no menos de cinco proyectos, escritos ya los guiones. Uno de ellos es contra la homofobia, el largometraje se llamará Verde, verde. Otro es Nora@direccionequivocada, que coquetea con el musical, con la historia de La Habana y con un amor interrumpido en medio de la revolución, está inspirado en una noveleta de Rosa Ileana Boudet. Tengo Bolero rosa, que es la historia de una cantante. Ahora mismo, me invitó un joven realizador y productor, Ariel Wood, a hacer una película colectiva que me ilusiona. Lo que no va a alcanzar es el almanaque, pero proyectos hay muchos.


Fuente: CUBARTE 28 de Marzo 2009

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